lunes, 20 de septiembre de 2010

Y sin pensar.

Se subió en el vagón y sin pensar hizo y deshizo las palabras con la misma facilidad en la que se deshacen los besos que anuncian un temido final, y sin pensar, como todo en aquel mes de diciembre, te las hizo llegar... sin ilusión, sin esperanza... sin pensar.

Y se preguntaba si vale la pena pensar tanto para luego acabar haciendo las cosas sin pensar.